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jueves, 21 de agosto de 2014

Si el amor aprieta, no es tu talla

Cuando elegimos vivir en pareja debemos ser conscientes de la importancia que esta elección tendrá para nuestro futuro bienestar.
La maravillosa y mágica corriente de energía que nos recorre, nos inunda y nos altera cuando nos enamoramos debe ir acompañada de un acto consciente de reflexión y análisis que convierta esta explosión inicial de júbilo que es el enamoramiento en ese sentimiento transformador que es el Amor.
¿Acto consciente de reflexión y análisis en relación con el enamoramiento y el Amor? Muchos de vosotros estaréis pensando que son actos y sentimientos totalmente contrapuestos o, cuanto menos, difícilmente conciliables.
Y tenéis razón....
Cuando nos enamoramos, la lógica pierde su sentido y su razón de ser y nuestra vida se convierte en un flujo incesante de energía pura difícilmente controlable.... y es así como debe ser.... debemos vivir plenamente el enamoramiento, ese estado de locura transitoria que se convierte en uno de los momentos más hermosos en la vida de cualquier ser humano....
Pero una vez la locura remite y nos encontramos de nuevo en la realidad, deberemos analizar conscientemente la idoneidad de nuestra elección, pues de ello dependerá, dicen, el 90% de nuestra felicidad.
¿Y cómo sabemos si es la persona adecuada o no para nosotros?
Muy sencillo, de la misma manera que sabemos si un par de zapatos es adecuado o no para nosotros. ¿Así de simple? Así de simple.
Todos, en nuestro sano juicio, sabemos si un par de zapatos es o no de nuestra talla, pues nada más ponérnoslos nos sentimos cómodos en ellos o no. Claro que aquí me podéis decir que algunos zapatos con el tiempo ceden o que nuestros pies, con el tiempo, se adaptan a ellos. A lo primero decir que todos instintivamente sabemos qué grado de sana tensión podemos soportar sin perder la salud en ello. Una cosa es estar un par de días con el pie sanamente ajustado mientras la adaptación natural se produce y otra no soportar cómo el zapato nos ajusta y tener que terminar llevándolo a la horma o finalmente, desistir de su uso. En cuanto a la adaptación de nuestro pie al zapato, claro que con el tiempo se terminará adaptando, todo con el tiempo termina adaptándose a todo, los callos serán las durezas que nuestro carácter desarrollará para poder vivir en armonía con el elemento extraño, produciéndose un desequilibrio interno de nuestro ser que, si no lo remediamos, tarde o temprano terminará desembocando en la enfermedad.
Cuando hablo aquí de enfermedad, hablo de un concepto propio referente a la materialización de una energía en desequilibrio procedente de nuestro interior. Esta materialización puede adquirir la forma de una enfermedad, ya sea física o mental, una crisis económica, personal, laboral o de la índole que sea, en definitiva, cualquier situación que nos reste bienestar.
Del mismo modo que sucede con la talla de nuestros zapatos, sucede con el estilo, la altura del tacón soportada (en el caso de las mujeres), el material, etc.
Todos, en cinco minutos, sabemos si unos zapatos son adecuados para nosotros o no.
El problema llega cuando no sabemos lo que queremos, cuando queremos aparentar lo que no somos y, por ende, entrar en unos zapatos que no nos quedan bien, cuando nos ponemos lo que otros nos dicen que debemos llevar, lo que está de moda o lo que se supone que debemos llevar etc., y es aquí donde comienza el problema.
Y es esto lo que sucede con las parejas.
Después de una maravillosa eclosión de energía que nos despierta a la vida a través del enamoramiento, debemos analizar si la persona con la que hemos compartido este alucinante estado de locura transitorio es la persona más adecuada para compartir nuestras vidas, nuestro día a día, tantas veces alejado del idílico cuento de hadas que por activa y por pasiva nos han hecho creer que debe ser una relación de pareja.
¿Y cómo sabemos si es la persona adecuada?
Pues como siempre digo, estando muy atentos a cómo nos sentimos.
Si esa persona nos permite ser nosotros mismos, si nos acepta tal cual somos y acepta naturalmente nuestras circunstancias, si nos invita y nos acompaña a ser mejores personas, si confía plenamente en nosotros y sentimos absoluta libertad a su lado, si a su lado nos sentimos seguros pues comparte con nosotros el mismo concepto de vida, si nos sentimos amados plenamente, admirados y deseados, si cuando llega la rutina o una crisis de pareja, hace lo necesario por solventarla, si sentimos que sólo existimos nosotros en su vida.... e igual para él o ella...
Sólo desde la tranquilidad de este estado podremos afirmar que hemos encontrado el Amor en nuestras vidas, ese espacio desde el que crear, crecer y transformarnos.
Y es posible..... doy fe de ello.

Rosabel Domínguez.