Batimos dos yemas de huevo con unas cucharadas de infusión concentrada de la planta o combinación de plantas medicinales que mejor se adecuen a las necesidades específicas de nuestro cabello. En mi caso he usado lavanda, romero, salvia y ortiga verde, un clásico en mi casa.
Aplicamos en el pelo como si de champú al uso se tratara. Es importante no poner demasiada infusión para que se fije bien al cabello. En ocasiones, como tengo el pelo largo, uso una tercera yema de huevo, le pongo un par de cucharadas de infusión y lo aplico a las zonas que siento más secas y a las puntas.
Cubrimos la cabeza con film transparente (plástico) para que el calor ayuda a los nutrientes a penetrar en el cabello.
Nos enjuagamos bien el pelo con agua tibia para que no quede ninguna traza de huevo en el cabello. Hay personas que terminan aquí el lavado realizando un último enjuague con la infusión restante.
Personalmente, enjuago bien, lavo con mi champú elaborado de manera artesanal, aplico mascarilla, también elaborada artesanalmente y finalmente realizo un último enjuague con la infusión restante.
¡El pelo queda maravilloso!
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