
¿Somos realmente conscientes de
la exposición tóxica que sufre nuestro organismo diariamente en actos tan
cotidianos y rutinarios como lavarnos la cara, los dientes o el pelo, al
maquillarnos o desmaquillarnos, al afeitarnos o aplicarnos un desodorante,
entre otros?
¿Somos realmente conscientes del
peligro al que exponemos a nuestra salud al no tomar las precauciones adecuadas
a la hora de seleccionar los cosméticos que vamos a usar?
¿Somos realmente conscientes del
gran número de sustancias químicas presentes en la mayoría de productos
cosméticos susceptibles de provocar trastornos más o menos graves en nuestra
salud, incluido el cáncer, y que están permitidas?
Cuando hablamos de cosmética no
sólo nos referimos a cremas y productos de embellecimiento, sino a todos
aquellos productos que usamos a diario en nuestra higiene y cuidado personal,
tales como champús, geles de baño, pasta de dientes, enjuagues bucales, lacas
para el pelo…etc.
El 19 de febrero de 2013 la
Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló que la absorción por el organismo
humano de diversos químicos sintéticos a la vez, incluso a bajas dosis cada
uno, está cada vez más asociada por los científicos con el aumento de
enfermedades y desórdenes del sistema endocrino.
Los químicos capaces de
trastornar el sistema endocrino, del que dependen funciones vitales como el
metabolismo, el crecimiento, el sueño y el humor, están en productos presentes
prácticamente en todos los hogares como cosméticos y productos para el cuidado
personal.
Uno de los aspectos que más
preocupa a la OMS es la multiplicación de sustancias químicas presentes en la
vida diaria y el hecho de que el ser humano se encuentre expuesto a buena parte
de ellos incluso antes de nacer.
Diversos estudios científicos han
encontrado asociaciones entre la exposición a dichos químicos y la infertilidad
en varones, ciertos tipos de cáncer de mama en mujeres y el cáncer de próstata
y tiroides.
Asimismo, se ha relacionado estos
productos con consecuencias nefastas para el sistema nervioso infantil,
especialmente el déficit de atención y la hiperactividad.
Los químicos dañinos para el
sistema endocrino pueden entrar en el ambiente a través de los desechos
industriales y urbanos, la acumulación de químicos utilizados en la
agricultura, la inhalación de gases y partículas presentes en el aire y a
través del contacto con la piel.
Entre las acciones que la OMS
propone figura mejorar la capacidad para analizar el impacto de más químicos en
el sistema endocrino, determinar mejor las vías de exposición y promover la
transparencia para que las industrias hagan declaraciones exactas de las
sustancias que contienen sus productos.
Según la Agencia para la Protección de la Salud
del Reino Unido cada mes aparecen más de 600 sustancias químicas
nuevas que se añaden a las 80000 ya existentes de las cuales sólo se han
constatado los efectos que provocan en humanos menos del 10% de las mismas, o
lo que es lo mismo, sólo hay controladas menos de 8000 sustancias de las que
6000 están permitidas para su uso en cosmética. Es difícil de aceptar que estén
permitidas cuando se ha comprobado que muchas de ellas causan alergias,
irritación de la piel, problemas de pigmentación, trastornos hormonales,
malformaciones fetales e incluso cáncer, entre otros.
La industria cosmética mueve
millones de euros al año a través de sus ventas, por lo que dedican grandes
esfuerzos en la investigación y creación de productos que mejoren la belleza y
el cuidado corporal, pero en la obtención de productos más efectivos, vemos que
la salud es la gran olvidada por el sector, pues en su empeño por maximizar
beneficios minimizando costes, usan productos más baratos que pueden poner en
peligro nuestra salud.
Cada vez son más los expertos que
consideran algunos productos cosméticos como verdaderos venenos para nuestra
salud, por muy legales que se consideren.
La Ley prohíbe la presencia de
sustancias clasificadas como carcinógenas, mutágenas o tóxicas, pero en la
práctica vemos que la realidad es otra. Incluso en marcas internacionales de
reconocido prestigio encontramos la presencia de sustancias que pueden dañar
nuestra salud.
La presencia de estas sustancias
nocivas en los productos cosméticos se justifica por la pequeña cantidad
presente en los mismos, lo que viene a decir que como se encuentran en pequeñas
cantidades, son inofensivas, olvidando que la mayoría de estos productos son de
uso diario por lo que la cantidad de sustancias químicas nocivas que finalmente
se encuentran en nuestro organismo es muy elevada. La única cantidad aceptada
de dichas sustancias en los cosméticos debe ser cero.
Otra de las cuestiones al
respecto que nos quieren hacer creer es que estas sustancias se quedan en la
capa más superficial de la piel, cuando lo cierto es que una vez aplicado el
cosmético sobre la misma, es absorbido y dichas sustancias tardan 15
minutos en estar presentes en el torrente sanguíneo, con el peligro que ello
conlleva.
Listado de sustancias consideradas más peligrosas:
Aceites minerales:
Sustancias derivadas del petróleo
que la industria cosmética usa como agentes antibacterianos y para mejorar la
textura de las cremas, consiguiendo un efecto agradable al aplicarlas en la
piel.
Ingredientes principales también
en productos capilares, lociones para después del afeitado, desodorantes,
enjuagues bucales, aceites para bebés, pastas de dientes…
Su uso les es muy rentable debido
a su bajo costo, pasando por alto el hecho de que sena altamente cancerígenos.
Además, en cremas, producen un
engaño óptico, pues cubren la piel como si fueran una envoltura de plástico
tapando los poros, bloqueando la respiración de las células, extrayendo la
humedad de la piel y sacándola a la epidermis para que ésta aparezca brillante
e hidratada. Pero esto solo es de manera aparente, pues queda incapacitada para
realizar sus funciones de defensa. Impide eliminar toxinas a través de la piel,
apareciendo acné, irritaciones, rojeces y otros desórdenes además de provocar
un envejecimiento prematuro de la piel.
Por ello cuando dejamos de usar
estas cremas la piel aparece aún más seca y estropeada que cuando empezamos a
usarlas, por lo que muchas personas vuelven a aplicárselas inmediatamente, pues
relacionan su aplicación con la piel brillante e hidratada que su aplicación
les aporta engañosamente comenzando así un círculo vicioso que solo beneficia a
la industria cosmética que usa estas sustancias.
Podemos encontrarlas en las
etiquetas como aceite mineral, paraffinum, paraffinum
liquidum, petroleum
También son derivados del
petróleo sustancias como el metilsilanol, la cera
microcristalina, el ozokerite, el ceresin y la
vaselina. Pero dentro de estos derivados destaca especialmente
el glicol propileno. Se trata de un líquido incoloro presente
en multitud de productos cosméticos y también en pinturas, detergentes para la
ropa, ceras para suelos, anticongelantes y líquidos de frenos para los coches.
Dicen de esta sustancia que ayuda
a retener la humedad de la piel y que se perciba al tacto suave y sedosa. Pero
lo que no se dice es que numerosos estudios relacionan esta sustancia con la
dermatitis de contacto y con algunos trastornos del riñón o del hígado, que
puede inhibir el crecimiento de las células epidérmicas e irritarlas, de hecho
es considerada el principal irritante de la piel aun en concentraciones muy
bajas y que puede irritar también los ojos, causar trastornos
gastrointestinales, náuseas, dolor de cabeza y vómitos además de afectar al
sistema nervioso central.
Ftalatos:
Los ftalatos son sustancias
disolventes y suavizantes presentes en numerosas cremas, esmaltes de uñas,
perfumes, lacas para el pelo y desodorantes a pesar de estar prohibidos por el
Parlamento Europeo en la fabricación de juguetes susceptibles de ser metidos en
la boca y en artículos de puericultura por estar relacionados con daños en los
sistemas reproductor y endocrino así como en el aumento de riesgo de padecer
asma y cáncer. No sin olvidar que también están asociadas al elevado riesgo de
provocar anomalías genitales en bebés varones. Seis ftalatos presentes en los
cosméticos son dietilhexiloftalato (DEHP), dibutilftalato (DBP),
butilbenzilftalato (BBP), diisononilftalato (DIDP) y el dinoctilftalato
(DNOP). Debiendo tener especial cuidado con los tres primeros.
Fenol y Fenil:
Se usan como desinfectantes en el
sector médico y como conservantes en la industria cosmética.
El fenol se trata de un alcohol
que se produce mediante la oxidación parcial del benceno lo que lo convierte en
un ingrediente tóxico que puede afectar al sistema nervioso central, al
corazón, al hígado, al riñón y a la piel. Nitropheno, phenolphthalein,
o clorophenol son algunas de las denominaciones bajo las
que puede aparecer.
El fenil, incluido en cosmética
como phenylenediamine sulfate, pasa al torrente sanguíneo tras
penetrar la piel pudiendo causar problemas hepáticos.
Ambos son incluidos especialmente
en los enjuagues bucales. Estudios al respecto alertan del peligro de padecer
cáncer de boca o garganta mayor que quienes no lo usan.
Ingredientes artificiales o sintéticos:
Presentes en innumerables
cosméticos aparecen bajo las siglas PEGs, abreviatura de glicol
polietileno, que son sustancias emulgentes que se usan para cuajar agua y
grasa o detergentes. Por sí solas no son tóxicas pero contribuyen a eliminar el
factor protector natural de la piel, por lo que el sistema inmune queda más
expuesta y, por tanto, más vulnerable. La piel y el organismo se hacen más
receptivos a otras sustancias, incluidas las tóxicas.
No se permite usar más de
cinco PEGs en un solo producto.
Las reconoceremos pues aparecen
con las siglas PEG seguidas de un número que indica su peso
molecular o por tu terminación en –eth, steareth,
ceteareth o uno de los más empleados sodium laureth sulfate que
no debe confundirse con el sodium lauryl sulfate un detergente
muy irritante utilizado en el 90% de los champús y dentífricos convencionales
que se encuentran en el mercado. Su simple contacto con la piel hace que sea
absorbido y se almacene en los tejidos del corazón, el hígado, los pulmones,
los ojos y hasta el cerebro. También afecta al sistema inmune, interactúa con
otros ingredientes favoreciendo la aparición de cáncer y en cantidades
suficientes puede modificar el material genético contenido en las células. En
los laboratorios se usa para inducir mutaciones en bacterias y en animales
causa problemas de pigmentación en la piel, corroe los folículos pilosos y
retarda el crecimiento de pelo.
Otro químico especialmente
peligroso es la diethanolamina (DEA). Base detergente y
espesante que figura en la etiqueta de más de 600 productos cosméticos y para
el hogar.
Diversos estudios han establecido
el riesgo que implica una exposición contínua a ella, especialmente en el caso
de niños, pues en experimentos con ratas, tras ser aplicada en repetidas
ocasiones sobre la piel de las mismas hace aumentar exponencialmente la
incidencia de cánceres de hígado y de riñón.
Colorantes:
Presentes para dar color a
cremas, geles de baño, maquillajes, tintes, etc, muchos de ellos han demostrado
ser, al menos en animales, altamente cancerígenos y alterar las moléculas de
ADN.
Los reconoceremos porque en sus
denominaciones incluyen las sílabas anilin o anilid,
acetanilid u otras fórmulas más sencillas como HC (HC Orange
3), Acid (Acid red 73) o Pigment (Pigment Green 7).
Solventes:
Muchos estudios los relacionan
con el aumento en la incidencia de cáncer.
Algunos de ellos como los que
contienen el término isopropil, se usan también como solventes de
pinturas y forman parte de la composición de los líquidos anticongelantes de
los coches.
Sustancia derivada del petróleo
que la industria cosmética convencional incluye en tintes de pelo, cremas de
mano, exfoliadores, cremas y espumas de afeitar, colonias y otros muchos
cosméticos.
Fragancias artificiales:
Fragancias muy baratas y de fácil
producción que se añaden a perfumes, geles de ducha, jabones, desodorantes,
productos para bebés, champús, cremas de manos y corporales…
Se les considera peligrosas
porque son bioacumulativas y se sospecha que puedan producir trastornos en los
sistemas reproductor y endocrino.
Se ha descubierto que una vez
sobre la piel pueden causar alergias, dolores de cabeza, mareos, tos, manchas
oscuras en la piel, pérdidas de concentración e incluso cáncer. Se esconden en
denominaciones como acetil hexametil, que incide sobre el
sistema nervioso o bromocinnamal, que resulta irritante para la
piel. Una de las más usadas es el tonalide.
Liberadores de formaldehído:
Se trata de uno de los
conservantes más empleados por ser un potente antimicótico. De ahí que se
utilice incluso en la fabricación de materiales de construcción y de muebles ya
que previene y evita la aparición de moho y hongos. Es altamente cancerígeno
por inhalación. Además exponerse a él puede causar dolores articulares, de
cabeza o de pecho así como alergia, irritación y envejecimiento prematuro de la
piel, daño en las membranas celulares y malformaciones en los fetos. Su uso
está prohibido en cosmética pero como es un conservante muy barato y efectivo
la industria se las ha ingeniado para crear sustancias que directamente no se
pueden considerar formaldehídos pero que los liberan. Podemos reconocerlos
fijándonos en ingredientes acompañados de la palabra urea, diazolidinil
urea, imidazolidinil urea opoliximmetileno urea.
No debe confundirse con la urea
que se encuentra en la sangre y que es el resultado del metabolismo de las
proteínas.
Otra forma de identificarlas es
fijarse en que lleven las letras DM delante del nombre del
conservante químico como es el caso de la DM hindatoina.
Otros conservantes liberadores de
formaldehídos son el dimetil oxazolidino, armilacetato o
el alkifenol.
Otras sustancias preocupantes:
Talco
Es una sustancia químicamente muy
similar al asbesto o amianto, elemento conocido por provocar cáncer,
especialmente de pulmón. El talco forma parte de numerosos productos
cosméticos, entre ellos los maquillajes y polvos para bebés. También se
usan para lubricar los preservativos. Estudios realizados advierten de que el
uso del talco en la zona genital hace que aumente en un 60% el riesgo de
padecer cáncer de ovarios. Tapa los poros de la piel e impide sus funciones
normales.
Aluminio
Estudios realizados por la OMS
relacionan el aluminio con el Alzheimer.
El aluminio puede unirse al ADN y
modificar su estructura así como alterar la actividad de los genes.
Su absorción se produce tanto por
vía oral como a través de la piel.
Por lo que deberemos tener
especial cuidado con los cosméticos que lo contengan pues constituyen una
fuente de contaminación muy alta.
Especialmente porque el aluminio,
en sus distintas formas, puede encontrarse en cremas hidratantes, pintalabios,
desodorantes, antitranspirantes. Un uso habitual del aluminio en cosmética es a
través del clorhidrato de aluminio presente en la
mayoría de antitranspirantes del mercado. Su acción astringente consigue
reducir o inhibir el flujo de sudor pero está estrechamente ligado al cáncer de
mama al provocar la mutación de las células. Ello es debido, al parecer, a que
al evitar la eliminación de toxinas a través de las axilas fuerza al cuerpo a
depositarlas en las glándulas linfáticas que se encuentran bajo los brazos.
Esta sería la razón de que la mayoría de los tumores cancerígenos de mamase
encuentren precisamente donde se encuentran esas glándulas.
Efectos similares a los del clorhidrato
de aluminio los provocan los parabenos, sustancias bacteriostáticas y
fungicidas utilizados en multitud de productos de belleza. Estas sustancias
pueden imitar el comportamiento de los estrógenos y favorecer el crecimiento de
tumores asociados a los niveles de estos como es el caso del cáncer de mama.
Lamentablemente los parabenos, en cualquiera de sus formas, se encuentran en
más del 90% de los productos que permanecen en la piel y en más del 70% de los
que se enjuagan.
Mercurio
Es un metal pesado de elevada
toxicidad. Pese a ello se le permite a la industria cosmética utilizarlo como
conservante en productos de maquillaje y desmaquillaje de los ojos, siempre que
su concentración máxima sea del 0.007%. En la etiqueta se puede encontrar bajo
la nomenclatura de tiosalicilato de etilmercurio.
Antioxidantes sintéticos
El elbutihidroxitolueno o BHT (también
puede aparecer como E-321) es un antioxidante sintético que a
pesar de no ser un agente mutágeno es capaz de modificar la acción de ciertas
sustancias que pueden provocar cáncer.
Se ha constatado en ratas que a
altas dosis afecta a la reproducción y al número y desarrollo de las crías.
Artículo Veneno en tu piel.
Rosabel Domínguez.